Tu amor me inspira,tu ternura me conmueve y tus besos me enloquecen.

21 de septiembre de 2012

Cuantas veces.

Cuántas veces nos sentimos sin alas para volar, no? Es como que algo tiró fuerte de ellas y sentimos como que se desprendieron de nuestro cuerpo y miramos y no las encontramos.

Las teníamos y en ese volar caímos en pantanos y agitados

 

por salir se lastimaron, se ensuciaron y el barro hizo que su peso sea mayor que el de nuestro cuerpo y nos costó volar.

Nos quedamos muchas veces en el suelo esperando que se alivianen para seguir pero el barro a medida que se secaba las endurecía aún más.

Y allí estamos hoy... Con alas endurecidas y sin poder volar o sin alas.

¿Qué nos pasó? ¿Por qué lugares volamos que nos quedamos sin fuerzas, sin ganas, y sin esperanzas?
Alas... Nos hace falta tener nuevamente nuestras alas abiertas... Nos hace falta sentir que vale la pena seguir.

La vida nos demuestra a cada paso que nuestro vuelo no siempre es el que esperamos, que hay pantanos como así también aves de rapiña que no quieren que existamos, que ya no avancemos.

¿Sentimos temor por el futuro? ¿Estamos todavía tratando de salir de ese pantano? ¿Estamos agotados? ¿Equivocamos el camino y estamos perdidos en la oscuridad? ¿Deseamos que la vida ponga su punto final ahora? ¿Por qué?

El dolor puede ser enorme, la tristeza profunda, lo sucedido inolvidable, y si todo cambia? ¿Y si de pronto nos encontramos ayudando a otros a salir del pantano.

No hay ningún pájaro que haya volado toda su vida sobre un oasis o sobre un manantial.

Todos sienten en un momento deseos de no seguir.

Todos se enfrentan a grandes tormentas, a fuertes vientos que sacuden su vida entera.
Todos alguna vez se sienten ahogados por haber caído en tierras pantanosas.

Sin embargo sacuden sus alas aún hasta en sus últimos minutos con la esperanza de seguir y por sobre todo de volver a volar.

Extendamos nosotros también nuestras alas.

Tengamos esperanza, apostemos a la vida, miremos el horizonte y solo giremos la cabeza para decir adiós a todo aquello que nos hizo perder nuestras ganas de seguir volando hacia el infinito.

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