Fui ésa que cimbra las ramas
que el aire las tambaleaba.
Soplo que susurra una queja,
lluvia de amor que te regaba.
Origen y el fin de la espera,
leño que no arde sin tu llama…
y luz que en tus ojos bogaba.
Soy ése eco silencioso
que en sorda resonancia llama.
Pero hoy para ti… no soy nada.
Raíz que tu alma acunaba,
y lágrima que por tus venas
te recorría, muy callada.
Fui ésa sangrienta amapola
de una primavera dorada.
Soy la que cortó las guirnaldas
para apoyarlas en tu almohada.
Fui lo que tú necesitabas,
la que dio sin pedirte nada.
Pero hoy para ti… no soy nada.
Hoy en la siesta de tu tarde
otra te cubre de guirnaldas…
¡Muerta amapola desangrada!
¡Ceniza en tu hoguera apagada!
Ya no soy silencioso eco,
ni resonancia…, ni ya nada.
Solo soy un renglón en papel
que nadie pudo leer, porque…
mis lágrimas, antes lo bañan.
Hoy para ti… ¡Ya no soy nada!
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