Ya no existe la magia,
Nos conocimos como otras personas,
Tus ojos ya no obran milagros,
Tampoco mis besos en tus manos.
Tu has sido el viento y yo el mar,
-¿Esplendores? Nunca más-
He crecido apática como el lago
Que duerme junto a la orilla.
Y aunque el lago esté a salvo de la tormenta,
Y del caprichoso baile de la marea,
Aquello que todos ven en mi como Paz,
Es tan amargo como la oscuridad del mar.
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