Tu amor me inspira,tu ternura me conmueve y tus besos me enloquecen.

11 de octubre de 2012

El Perro



Uno de los pasos geniales dados por la soledad humana, ha sido la domesticación del perro.
¿Quién tuvo la idea?
Ciertamente alguien que vivía muy solitario y que necesitaba otro ser para manifestar sus afectos y compartir el humano dolor.
Y aquí dio en la tecla: el can se transformó en un compañero capaz de responder a cualquier comunicación.
Solamente le falta hablar. Si él pudiera expresar con palabras, la sabiduría que tiene acumulada, sería hasta más profunda y esencial que la nuestra.
Quedaríamos con el complejo de haber sido superados por ese animal que de nosotros aprendió a ser humano. El perro todo lo dice con sus medios limitados: boca, orejas, patas y especialmente con el rabo.
Cuando está alegre, jadea con la boca muy abierta y la lengua afuera.
Las orejas se inclinan mansamente y la colita se agita locamente.
Si está triste o es regañado, pone el rabo entre las patas, cierra la boca, baja la cabeza y se aleja entristecido arriesgándose, de vez en cuando a mirar para atrás; para ver si hemos cambiado de idea.
Cuando hay ruidos ultrasónicos, a la menor alarma se levanta, endereza las orejas, olfatea y ladra hacia arriba comunicándose con otro perro lejano que nosotros ni siquiera escuchamos.
Pero lo que nos inquieta es la mirada fija y directa de nuestra mascota, la forma en que se afirma a sí mismo y nos dirige la pregunta crucial: "Yo te soy fiel con mi amor hacia tu persona"
Y tú ¿me eres fiel?
Nos quedamos avergonzados. Por otra parte, amor fiel es una redundancia. Cualquier amor, si es real, siempre es fiel, de otra manera nunca fue amor.
(desconozco su autor)

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