SUSURRO DE UN TRONCO VIEJO
Cansado y solo estoy a la vera del camino,
quemado por un rayo, en aquella tarde de tormenta.
Y era hermoso mi árbol, que ya no es mío.
Cuando llegaba la primavera y las primeras lluvias,
me revestía de hojas verdes, puras y suaves,
y de flores blancas perfumadas de azahar.
Mis frutos fueron arrancados uno a uno, año tras año,
y me di sin reservas. Me di hasta dolerme y quedar solo.
Con mi sombra di descanso al peregrino
y abaniqué con mis ramas su cansancio y sudor.
Luego, me hicieron ,leña; cayó sobre mí la dura hacha.
He prendido lumbres en casas y he dado luz y calor.
Pero ahora, me dejaron, aquí, solo y viejo,
tirado en tierra olvidado como algo que ya no sirve.
Los vientos, las lluvias y los rayos del sol me acompañan.
De vez en cuando, hermano mío, siento que alguien
busca descanso en mi viejo tronco sin vida,
y siento como que renace en mí una flor.
¡Aún sirvo para algo, aún doy algo de mis venas secas!
El caminante se va sin decirme "gracias",
y me quedo otra vez solo y a la espera de alguien.
Pero escucho el susurro de un soplo suave.
Es mi Diosito lindo; me dice: "Ánimo, mi viejo árbol,
no estás solo. Tus hojas, tus flores, tus frutos,
los guardo con cariño en el hueco de mis manos".
Emilio L. Mazariegos
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