Tu amor me inspira,tu ternura me conmueve y tus besos me enloquecen.

14 de enero de 2012

De la web ... en la forma que vivían los niños en Yemen
La vida de las niñas no se puede relatar , por lo menos yo.






EL TRABAJO FABRIL EN EL SIGLO XVIII: LA FÉRREA DICIPLINA
                                                                 
“Entrar en una fábrica era como si dijéramos entrar en un cuartel o prisión ... atraídos por los altos salarios vinieron obreros de las partes más pobres del reino... en la industria textil ...(se enganchaban) en masa mujeres y niños...La mayoría de esos desdichados niños eran proporcionados por las parroquias (asilos), que los tenían a su cargo...cincuenta, ochenta o cien niños eran embarcados como ganado a la fábrica en donde habrían de permanecer encerrados varios año...
 MALAS CONDICIONES DE TRABAJO, EL SEGUNDO NIÑO LLEVA UN PAÑUELO PARA MITIGAR EL DOLOR DE MUELAS.

La jornada de trabajo no tenía otro límite que el agotamiento completo de las fuerzas: duraban 14, 16, y hasta 18 horas...Las fábricas eran generalmente insalubres...los techos eran bajos...las ventanas estrechas y casi siempre cerradas... (la pelusa) pulverizada flotaba como una nube y se introducía en los pulmones... (la humedad) saturaba la atmósfera y calaba los vestidos...Por la noche, el humo de las velas engendraba una fiebre contagiosa...” Paúl Mantoux “La revolución industrial en el siglo XVIII.

Historia segundo año CBU El mundo Moderno, La formación de América Latina. Sara Abadie, María A. Galiana, Aurora Martino, Olga Núñez, Mary Sandrín, Cristina Siniscalco.
 DESCALZOS , SIN NORMAS DE SEGURIDAD LOS NIÑOS HACEN EQUILIBRIO SOBRE LAS MÁQUINAS, LOS ACCIDENTES ERAN FRECUENTES.

LA INDUSTRIA DE PUNTA QUE ARRASTRÓ A LAS DEMÁS FUE LA INDUSTRIA TEXTIL.
                                                                         
UNA JORNADA EN LA FÁBRICA DE ALGODÓN.
“La población empleada en las fábricas de algodón se levanta a las cinco en punto por la mañana, trabaja en las hilanderías desde las seis de la mañana hasta las 8 y regresa a casa durante media hora o cuarenta minutos para desayunar. Esta comida consiste generalmente en té o café con un poco de pan. Algunas veces toma copos de avena, pero de tarde en tarde y principalmente los hombres; el té es preferido como estimulante, fundamentalmente por las mujeres. (...) los trabajadores vuelven a las hilanderías y fabrican hasta las 12, teniendo una hora para comer. Entre aquellos que tienen los más bajos salarios la comida consiste en patatas hervidas. La ración de patatas se coloca en un gran plato y se le añade manteca de cerdo derretida, a lo que se le agrega ocasionalmente, trozos de tocino frito; pero muy raramente carne. Aquellos que tienen mejores salarios, o familias en las que se reúnen varios sueldos, añaden una mayor proporción de carne, por lo menos tres veces por semana, pero la cantidad consumida por la población obrera no es grande. La familia se sienta alrededor de la mesa y cada uno rápidamente coge su ración o, por el contrario, todos meten su cuchara en una fuente común, satisfaciendo su apetito con ansia animal. Al término de la hora vuelven a las factorías hasta las siete o más tarde, volviendo a ingerir té, a menudo mezclado con licores, acompañándose de un poco de pan”. (J: P: Kay-Shutthworth: The moral an physical condición of the working classes employed in de cotton manufacture in Manchestter, Londres, 1832).


Durante la Revolución Industrial los sectores más débiles (mujeres y niños) fueron los más explotados.
                                                                         

“Cuando a principios de siglo los fabricantes ingleses acudieron al gobierno a excusar el impago de impuestos debido a los “elevados salarios” que demanda el obrero el Primer Ministro William Pitt, les contestó “Tomad a los niños”
A la edad en que tu estabas en la escuela esta niña debía realizar jornadas agotadoras para ganarse el sustento.¡Observa esa mirada perdida!
                                                                      
Testimonio de un obrero ingles de 1832:

“Tenía yo 7 años cuando comencé a trabajar en la fábrica. Las horas de trabajo eran de cinco de la mañana a ocho de la noche, con descanso de treinta minutos al mediodía para descansar y comer. En esta fábrica había cincuenta niños de mi edad poco más o menos. Con frecuencia caían enfermos a causa del trabajo pesado. ¡A golpes de látigo era como mantenían a los niños trabajando!”

(En Documents et Civilisations du Moyen Age au 20ème siècle, Clasiques Hachette, París 1975 pag101.)

1 comentario:

  1. No hay mas que leer algunas obras de Dickens, para percatarse de parte de esto. Realmente atroz.

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